Existen nociones
comunes a todas las culturas o a casi todas que tienen que ver con el respecto
y el derecho propio y el de los demás, y ciertamente cada hombre tiene nociones
de lo que significa percibir, recordar, experimentar deseo, miedo, tristeza o
alivio, placer o dolor y expresar todo esto en sentimientos. Por lo tanto, no
podrían menos que caber en la esfera del Derecho y constituir la base de la
empatía y por supuesto que sufrimos si alguien nos ata, nos secuestra (aún cuando
desarrollemos el Síndrome de Estocolmo) o nos obliga a la segregación de
cualquier tipo o nos tortura física o psíquicamente y anula nuestra libertad de
libre tránsito.
Ante todo
debemos de respetar los derechos de la corporalidad ajena, entre los cuales debemos
incluir el derecho de hablar y pensar. Si nuestros semejantes a lo largo de la
historia hubieran respetado estos "derechos del cuerpo" no hubieran
existido todos los exterminios y masacres que la humanidad ha acumulado y que
se esfuerza denodadamente por olvidar, unos porque han sido los genocidas y
otros porque han sido las víctimas quienes recuerdan en sus síntomas el intenso
dolor o por ellos sufridos o sufridos por las personas más amadas a quienes les
fue arrancada la vida después de eternas agonías.
Pero es
necesario llegar a entender que no sólo se desea hacer ciertas cosas y que no
desea que se hagan otras, sino también que no se debería hacer a los demás lo
que no se quiere que le hagan a uno. “La dimensión ética empieza cuando entra
en escena el Otro.” Toda ley, moral o jurídica, regula siempre relaciones
interpersonales, incluidas las relaciones con ese Otro que la ley impone.
Tenemos que
aprender cómo las Ciencias Humanas y entre ellas la Psicología nos enseñan que
es el Otro, en su mirada, lo que nos define y forma. Así como nosotros no
conseguimos vivir sin comer y sin dormir, a guisa de perecer, no conseguimos
entender quiénes somos sin la mirada y la respuesta del Otro.
Pues uno de los paradigmas
de la existencia es que durante toda nuestra vida pedimos de nuestros semejantes
aprobación, amor, respeto y encomio y la falta de este reconocimiento nos
enferma y sufrimos como nadie recorriendo todo el espectro de las enfermedades
psicológicas.
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