En busca del alma perdida: un comentario a “Causa,
Función, y el Análisis de la Conducta” de Jerry A. Hogan
No existe tópico más controvertido que el
de la naturaleza y límites de la explicación científica, y ello obedece a que,
aún cuando los científicos investigan y formulan teorías bajo el supuesto de
que “explicar” constituye una actividad compleja respecto de la cual existe
consenso, en la práctica la explicación científica ha cambiado continuamente de
significado en la historia del conocimiento. Por esto, sería osado plantear que
existe una forma de explicación legítima —intento vano que han abordado las
filosofías desde tiempo inmemonal. Quizá, como lo hace ¡logan, sea más pertinente
interrogarse acerca del tipo de preguntas que pueden formularse y de su alcance
relativo. No obstante, el problema no se restringe únicamente a la forma de las
preguntas. Más bien gira alrededor de una cuestión fundamental en todo acto de
conocimiento: qué es lo que se propone conocer. De esta manera, la explicación
en tanto porqué de los eventos, no es más que un corolario del qué y cómo se
estudian dichos eventos, es decir, es consecuencia inevitable de la naturaleza
teórica del objeto de conocimiento, y de las preguntas que respecto a él se
hacen, las que, obligadamente, se transforman en prácticas (o métodos) de
conocimiento.
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